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¡Hay que Dar para Recibir!

Una exposición de Lake Verea

Septiembre 2017 - abril 2018

El artista guatemalteco Carlos Mérida (1891-1985) es ampliamente conocido como uno de los primeros exponentes del modernismo abstracto en Latinoamérica, y por sus contribuciones al movimiento del muralismo mexicano. Sin embargo, aquellos que lo conocieron de manera cercana lo recuerdan por una frase que repitió a lo largo de sus tiempos, y de cierta manera marcó su filosofía personal hacia la vida: hay que dar para recibir.

Esa misma frase que caracterizó a Carlos Mérida y su espíritu de generosidad es también el título de la primera exposición individual en Guatemala de Lake Verea, compuesto por Francisca Rivero-Lake Cortina (Ciudad de México 1973) y Carla Verea Hernández (Ciudad de México 1978), que trabajan como dúo desde 2005.

La exposición en sí cuenta con 30 fotografías enmarcadas de 20 x 20 cm que documentan el legado de murales de Mérida realizados entre 1952-1956, en la Ciudad de Guatemala. Específicamente los dos murales del I.G.S.S. y de la Municipalidad de Guatemala, el Banco de Guatemala, el Crédito Hipotecario Nacional, el Edificio Italia y la Villa Dora. 

La serie “Carlos Mérida”, al igual que gran parte del trabajo de documentación arquitectónica del dúo Lake Verea, pretende mostrar la arquitectura como un ente vivo, que va cambiando constantemente al paso del tiempo desde su concepción original hasta convertirse ruina, para luego convertirse en algo más. Por ende, la arquitectura se vuelve un vehículo conceptual para hablar de otros temas, como en este caso uno de los principales intereses temáticos del NuMu: promover la preservación de nuestro patrimonio cultural y el legado de artistas guatemaltecos, que de otra manera pasarían desapercibidos. 

A lo largo de “¡Hay que dar para recibir!” el público podrá reconfigurar la selección de fotografías que cuelgan en las paredes del museo. Así, y aunque sea de manera simbólica y momentánea, los visitantes de la exposición podrán tener una participación activa y responsabilizarse del legado de Mérida, esperando que este pequeño gesto nos empuje a comprender que cuidar de estos murales que se están echando a perder con el paso del tiempo es responsabilidad compartida de todos. 

Además, dentro del marco de la exposición, las artistas han producido una publicación con el mismo nombre de la muestra, que tiene como fin identificar los distintos lugares en la Ciudad de Guatemala donde hay murales del artista modernista guatemalteco.

Las fotografías originales fueron comisionadas por Pablo León de la Barra para la exposición “Incidentes de viaje en Centroamérica, Chiapas, Yucatán y otros lugares”, co-curada por Emiliano Valdés, para el Centro Cultural de España, Guatemala en el 2010.

Lake Verea está compuesto por Francisca Rivero-Lake Cortina (Ciudad de México 1973) y Carla Verea Hernández (Ciudad de México 1978). Trabajan como dúo desde 2005 y son representadas por Galería La Caja Negra, Madrid y Proyecto Paralelo, Ciudad de México.

Su práctica se enfoca en la experimentación de técnicas y formatos fotográficos para lograr un punto de vista personal e íntimo. Viven y trabajan en la Ciudad de México y el mundo. Sus temas de investigación se centran en el retrato de la arquitectura y la arquitectura del retrato, la búsqueda de la ruina moderna y la interpretación emocional del recorrido espacial.

Una parte importante del trabajo fotográfico firmado por el dúo Lake Verea ha girado en torno al registro de la arquitectura moderna. Su primer objeto de atención fue la obra de Luis Barragán. En ese proyecto, que tuvo un recorrido largo y que se desplegó en distintas series, se ponía ya en evidencia que su mirada estaba muy lejos de la fotografía de arquitectura convencional. Si algo ha caracterizado el acercamiento de Lake Verea a la arquitectura, es precisamente esa mirada que busca el acercamiento de lo íntimo sobre el espacio que nos revela los aspectos menos evidentes de estructuras que hoy son ya emblemáticas.

Este acercamiento lejano de los cánones de la fotografía de arquitectura convencional, pero ahí reside justamente su riqueza. El acercamiento espontáneo, da como resultado una mirada emotiva y personal de cada una de estas construcciones que a su vez se convierten en personajes. Entendemos a través de sus imágenes la arquitectura en tanto lugar habitable que se usa, que cambia, que se degrada y que se repara, que tiene una historia y una vida como la de cualquiera de nosotros. Lo que las imágenes de Lake Verea captan es ese instante del encuentro con una edificación que es parte de la historia de la arquitectura, pero que también es el reflejo de sus habitantes y la morada de sus fantasmas.

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